Has conseguido convertirme en la chica más triste de toda la ciudad, decía la canción que fluía a su ritmo por los auriculares llegando a sus oídos. Cuánta razón tenía, le confesó a su subconsciente mientras intentaba captar cada gesto de una multitud indefinida. Abandona las esperanzas buscando entre ceniceros un rastro inútil del tiempo. En quién te has convertido, se preguntaba esbozando una mueca, un reflejo de su mirada en un escaparate de una ciudad tan perdida como ella. Y ahí se ve, fumando más que nunca, acompañada de ese humo mudo. Donde nacían escritos en las paredes de su garganta, historias contadas sin pudor, sin importarle nada más que alguna vez, hicieron sentir algo…
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