martes, 16 de septiembre de 2014

Nublao


«Mariana creía que los días nublados le traían mala suerte. Cada amanecer nublado, algo malo ocurría. Los días nublados los pasaba sola, tratando de olvidar malos momentos. Pero esta vez un chico la invitó a tomar algo, y no lo podía rechazar. No le dijo nada y esperó. Cuando el chico la llamó para confirmar, se dio cuenta que las maldiciones no existían. Se vistió y se preparó para salir. "Las maldiciones no existen" pensó. Y se cayó por las escaleras. "O tal vez, si", se dijo mientras se reía sola. "Sólo no hay que pensar que no existen."»

(Lucía De Dominicis)


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