jueves, 2 de octubre de 2014


Aquí es donde se empiezan a escribir las grandes historias. La chica más triste del mundo encuentra su destino y deja de huir de ella misma. Empieza entonces a reencarnarse en todas las versiones posibles con él y da sentido a todas esas vidas que estuvo esperándole. Porque hay un momento en cada persona donde los pronombres dejan de ser simples enseñanzas académicas y se convierten en amuletos. "Tú" no tiene espacio para albergar ningún otro nombre que no sea el tuyo. Alguien te ha señalado y ha grabado en la caída de mi cuello, justo por encima de mi clavícula izquierda, esas dos letras. Así que cuando preguntes dónde se encuentra mi punto débil será fácil contestarte: mi punto débil eres tú.

No estoy enamorada, sino convencida de que nosotros no nos encontramos en un diccionario. Si te defino, te limito. Y esto lo sabe muy bien cada célula de mi cuerpo cuando una mariposa se infiltra en su diafragma y empieza a revolotear, sincronizándose entonces unas con otras, partiéndome al fin en todas las unidades vivas de mi cuerpo con las que puedo quererte más allá de las leyes de la gravedad. Más allá de un par de palabras que no sustituyen, ni mucho ni menos, la eternidad de besos que nos quedan por darnos.


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