viernes, 1 de marzo de 2019

Escribir a espaldas de mí misma


Ya que el deber tiránico me exige
 
Que yo te oculte mis tristezas íntimas,

Para poder hablarte y conmoverte 

Voy a escribir a espaldas de mí misma.




Este fragmento de soneto pertenece a Juana Borrero, poetisa cubana nacida el 18 de mayo de 1877 en La Habana, y fallecida, antes de cumplir los 19 años, el 9 de marzo de 1896, en el exilio de Tampa. Su paso por el mundo fue corto, pero profundo. Su padre, Esteban Borrero era el director de uno de los periódicos más importantes de la época "La Habana Elegante". Los Borrero eran una familia de renombre en Puentes Grandes, en la ciudad de Extramuros. Juana comienza a componer sus primeros poemas, a los cuales ella tituló "Rimas y versos infantiles", a la edad de 7 años. A los 13 envía, de forma anónima, un poema cargado erotismo al periódico de su padre. La gente queda conmocionada y muchos se preguntan escandalizados a qué apasionada mujer esconderá el seudónimo, sin sospechar que se trataba, nada más y nada menos de una niña en el paso hacía la pubertad. La casa de la familia Borrero reunía en tertulias a la crema y a la nata de la intelectualidad cubana. Una noche aparece un nuevo visitante, otro poeta refinado, Julián del Casal. Nuestra poetisa, a los 13 años, queda firmemente enamorada de este hombre mayor que ella. El poeta se da cuenta de la fascinación peligrosa que ejerce sobre la muchacha, intenta explicar su desamor. El es homosexual, ella se arma de un puñal y apunta hacía los testículos del hombre. Finalmente baja los brazos, cede al imposible, y se marcha cabizbaja. Ella pasará noches en vela, a un instante de morir de desamor, escribiendo y escribiendo madrugadas interminables.

Al tiempo conocerá a su prometido, otro poeta, Carlos Pío Urbach, quien será asesinado en el campo de batalla, durante la guerra de la independencia. 

No por gusto elegí a esta apenas conocida figura de la literatura cubana. Intensa, lúcida, apasionadísima Juana Borrero no abandonó la escritura ni un solo día de su poca existencia.

Fijemos que interesante verso: Voy a escribir a espaldas de mi misma. Es decir, a pesar de si, de su condición, de ese deber tiránico que exige, el cual impide poder hablar para conmover al otro, al amado. O simplemente a ese otro en sentido general que no es capaz de apreciar, debido a la condición femenina, su don de saber nombrar las cosas con la pluma reventándosele de ternura, de confidencias, de tristezas, de odios, maldiciones y erotismo. Al final afirma que ha escrito un relato, y suplica al amante que lo guarde, y ha debido hacérselo ella misma, puesto que no se ha visto retratada en los ojos oscuros de los de él. Es decir, ya que ninguno, en masculino, ha sabido contarle lo que ella desearía contar sobre sí misma. Al leer este poema, interpreté que la poetisa quiso reivindicar el derecho a contar su universo, por necesidad sentimental y reafirmación profesional. 

Soy de la opinión de que la literatura no tiene sexo a la hora de las valoraciones. La literatura no debiera clasificarse en masculina ni femenina. La literatura es buena o mala. Lo cual no impidió a Gustave Flaubert escribir Madame Bovary, y de otra parte Marguerite Yourcenar construir las tramas de dos de las novelas mas grandes del siglo pasado Memorias de Adriano y Alexis o el tratado del inútil combate. Mucho se habla del invento comercial de la literatura escrita por mujeres.

Aplaudo ese invento pues siempre ha habido mujeres lectoras y escritoras. No es que haya un boom de la literatura femenina es que hay un boom de la buena literatura, prueba de que los libros profundos continúan imponiéndose por su belleza y su osadía. Sucede que la literatura asume con entera libertad tópicos inesperados, puja cuerpos multicéfalos, ¿De qué nos extrañamos al haber acabado un siglo seducido por lo monstruoso? No puedo negar que me sorprende cada vez que debo enfrentar la pregunta inevitable: ¿ Seguirá usted escribiendo sobre mujeres y sexo? ¿ Es que a Flaubert le habrán jodido con lo mismo? Lo dudo. Nadie preguntara a los novelistas hombres si seguirán escribiendo sobres hombres y sexo, nadie les cuestionara el erotismo impregnado muchas veces de violencia barata y de despotismo.

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