martes, 26 de agosto de 2014
...
A veces me besa en la boca tu olor. Y el mundo sigue girando como si no
hubiera pasado nada. Pasan los minutos, pasa la vida. Nosotros, los de
entonces, ya no somos los mismos; ya lo decía Neruda. Tu imagen jamás se
va del todo, pero ya no me tortura como antes. Supongo que ya no me
alimento de recuerdos. Ni de inseguridades. Supongo que ahora vivo fuera
del bucle. Y me pregunto si tú te habrás quedado ahí dentro, girando
solo. Si ahora mismo sigues dando vueltas, como antes, volviendo siempre
al triste punto de partida. Me pregunto si serás feliz...
A veces me araña la espalda tu olor. Y no siento nada. Todos los
pinchazos se han quedado dormidos. Ya no me preguntan por ti. Ya no
estamos imantados. Y, aunque nos sigamos teniendo miedo, siempre podemos
disimularlo haciéndonos los encontradizos y parándonos a hablar en
cualquier semáforo en rojo. Sabiendo que la luz verde significa que ya
podemos perdernos en el ritmo frenético de la ciudad. Perdernos en otros
labios. En otros caminos. Y empezar de cero en esta búsqueda constante
de la felicidad a la que llaman vida.
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