domingo, 30 de marzo de 2014

De fase a fase y tiro para olvidarte


Ya no tengo ganas de ti. Ni de nadie. Ni de ti, ni de nadie. Esta debe ser otra fase de lo de enamorarse. Ya he pasado la de cometer errores contigo, la de intentar corregirlos, la de perderte, la de llorarte y ahora debo estar en la que asimilo todo lo que ha pasado y me canso. Me canso de ti y de todos. De ti y de todos. No encuentro las ganas de dar explicaciones. Aunque tampoco me las piden, ni quiero. Claro que querer… Ya no sé lo que quiero. Ahora la sal me sabe a aceite, y viceversa. Ya no sé qué tipo de aire respiro cuando no estoy contigo. He perdido mis bragas favoritas, no recuerdo cuales eran. Y lo peor es que no tengo un plan. Yo siempre guardo ases debajo de la manga, por si algo se estropea tener un parche y arreglarlo. Habrá sido la lluvia o yo que sé, pero ya no me quedan parches. Ni parches, ni libido cuando me pienso contigo. Ahora sólo me pregunto qué pasará luego. Qué número saldrá en el dado y cuándo saltaré a la otra fase. No es que me muera de ganas, a lo mejor la siguiente es peor. Pero cuando más avance, antes terminará todo esto. Es la única esperanza que me queda. Saber que no es para siempre. Que cuando llegue al último nivel y lo pase, si aguanto, la pantalla se apagará como en los juegos nuevos que anuncian en la caja tonta y podré tumbarme en el sofá sin derramar ni una maldita lágrima, sin sentir que me estoy pudriendo, sin tener que silenciar el teléfono ignorando a todos esos que llaman y no son tú. Y no son tú.





sábado, 29 de marzo de 2014

Te echo de menos...


Lo que menos me gusta de echar de menos a alguien es que funciona a rachas. A días. Por momentos. En lugares concretos. Cuando menos te lo esperas. Llega sin avisar. Se queda un tiempo indefinido. No puedes dejar de hacerlo. Aunque lo intentes. Escuece. Duele. Quema. Pica. Desgarra. Rompe. Congela. Hiela. Arde. Arranca. Hiere. Desquebraja. Te hunde. Te asfixia. ¿He dicho qué duele?. Duele. Mucho. Te despiertas y no sabes qué va a pasar. Porque a veces, como dice Joaquín Sabina, hasta las suelas de mis zapatos te echan de menos.

¿Pero sabes qué? Se pasa, siempre se pasa, te lo prometo.

viernes, 28 de marzo de 2014

Espero curarme de ti


Espero curarme de ti en unos días. Debo dejar de
fumarte, de beberte, de pensarte. Es posible.
Siguiendo las prescripciones de la moral en turno. Me
receto tiempo, abstinencia, soledad.

¿Te parece bien que te quiera nada más una semana?
No es mucho, ni es poco, es bastante. En una
semana se pueden reunir todas las palabras de amor
que se han pronunciado sobre la tierra y se les
puede prender fuego. Te voy a calentar con esa
hoguera del amor quemado. Y también el silencio.
Porque las mejores palabras del amor están entre dos
gentes que no se dicen nada.

Hay que quemar también ese otro lenguaje lateral y
subversivo del que ama. (Tú saber cómo te digo que
te quiero cuando digo: “qué calor hace”, “dame
agua”, “¿sabes manejar?,”se hizo de noche”… Entre
las gentes, a un lado de tus gentes y las mías, te he
dicho “ya es tarde”, y tú sabías que decía “te
quiero”.)

Una semana más para reunir todo el amor del
tiempo. Para dártelo. Para que hagas con él lo que tú
quieras: guardarlo, acariciarlo, tirarlo a la basura. No
sirve, es cierto. Sólo quiero una semana para
entender las cosas. Porque esto es muy parecido a
estar saliendo de un manicomio para entrar a un
panteón.


sábado, 22 de marzo de 2014

El alma en carne viva


Se araña el alma. Como cuando con tus bonitas uñas largas arañas la pared del ascensor y el viento comienza a chirriar. Como cuando frotas un tenedor o un cuchillo con un plato hondo y el sonido que produce hace vibrar hasta el último de tus dientes. Como cuando estás contando algo y de repente te muerdes la lengua y tienes que estar unos minutos con un dolor acojonante y la otra persona desternillandose de risa. Como cuando peleas hasta la muerte y te mueres. Algo asÌ. Algo asÌ es lo que pasa con el alma cuando nos hacen daño. Y claro, como está tan adentro, como el cuerpo físico no nos permite verla, no podemos colocarle tiritas. Y la llevamos a la calle en carne viva. Porque una no puede dejar el alma en casa y salir sin piel. No puede. Eso es una utopía. La gente sale con el corazón tiritando y el alma desnuda, en carne viva, sangrando y envolviendo de dolor cada extremo del cuerpo. Y luego en casa, al llegar, la gente se pone paños calientes en el pecho y bebe mucha agua, para purificarse, para limpiarse por dentro. Una tontería. Como si el simple hecho de que introduzcas algo sano en tu cuerpo fuera a eliminar lo insano, lo destrozado,  lo que ya no queremos. Además. Todo el mundo quiere tener alma. Aunque esté destrozada. Nadie se atreve a arrancársela. Porque entonces no vives. Porque entonces no sientes. Porque entonces no entiendes. Porque entonces no dueles. Y a nosotros, masoquistas del siglo XXI, nos encanta la sensación de pasear por la calle con el alma partida en dos.

Los humanos, ahÌ donde nos ven, estamos completamente enamorados del dolor.





Va por ustedes!


Este texto va por todas esas personas que alguna vez se han sentido solas, para recordarles que no lo están. Va por todas esas personas diferentes, especiales, únicas, para recordarles que el simple hecho de serlo no es malo. Va por todas esas personas que quieren a alguien, que sueñan, que luchan, que quieren conseguir algo, para recordarles que si jugáis podéis perder pero sí no lo hacéis estáis perdidas. Va por ti, por mi, por nosotros, para recordarte que eres mi mundo. Va por mi gente, para recordarles que me he dado cuenta de que cuando nadie estaba conmigo ellos sí. Va por los sueños, para recordarles que su existencia me mantiene en pie. Va por esa gente que no me lee, ya sea porque no me conoce o porque no puede, para recordarles que sonrían hoy. Va por todos los gilipollas del pasado, para recordarles que les sigo teniendo en el trocito de corazón que les prometí eternamente. 

Va por esa gente que ya no está con nosotros, para recordarles que su recuerdo nunca morirá. Va por esas personas que están tristes o contentas, para recordarles que no tomen decisiones estando tristes ni prometan cosas estando contentas. Va por esas personas que ahora mismo están en un ordenador, para recordarles que hay algo llamado exterior y personas. Va por la gente que lucha contra la mierda de la sociedad, para recordarles que estoy con ellos. Va por todo el mundo, y cuando digo todo, es todo, para recordarles que el mundo es especial tan solo porque estamos en él.




martes, 11 de marzo de 2014

Un fin de semana extraño


Desde el sábado no sé explicar exactamente cómo me siento. No encuentro el adjetivo necesario. En realidad, creo que no lo hay. Son demasiados matices los que pretendiendo darle, y para eso soy léxicamente insuficiente. Es como si fuese una actriz secundaria (o un extra) al que le han asignado un papel principal que le queda obviamente grande. Como Campanilla cuando se queda sin polvo de hadas y no sabe qué hacer. Como si se esperase de mi que corriese un maratón y no supiese ni estirar. Sé donde se han marcado las expectativas casi del mismo modo que sé lo difícil que es que las alcance.

Pero después de haber extraído todo el significado de los hechos que se han sucedido, me he dado cuenta de que no tengo ni idea de cómo actuar, de qué decir, de a quién debo prestar más atención, de cuándo omitir o desvelar, de dónde debería situarme. Tengo todas las cuestiones sobre la mesa. Pero no voy a sacar conclusiones. Las conclusiones vienen al final cuando termina todo, cuando es el fin, cuando no hay nada más que decir ni hacer. Y esto no es un final. Ni mucho menos. Otra cosa no tendré clara, pero quiero seguir frente con frente y codo con codo.


Y también quiero follarte la boca a besos, pero eso no te lo diré.