Acostumbrada a los mapas, esta vez,
por vez primera, voy a ciegas.
Acostumbrada a la compañía, esta vez,
por vez primera, voy a solas.
Dan ganas de decir: «si lo llego a saber no vengo»
si no fuera porque lo que ahora sé
es que siempre estuve aquí,
que en realidad nunca hubo mapas
ni compañía.
Porque lo que ahora sé
es que sólo a ciegas y a solas
–desprendida dolorosamente la rutina–
podré oír mi propia voz una mañana
despertándome por fin de este sueño dentro de un sueño dentro de un sueño
en el que me dan ganas de decir a cada rato, asustada:
«si lo llego a saber no vengo».
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